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Meditación Pasiva

La meditación pasiva (1/2)

Sobre la meditación hay poco de que hablar y mucho que practicar. La meditación es vaciar la mente, aunque quizá sea mejor apuntar que la meditación es dejar que la mente se vacíe sola, ya que es condición sine qua non para lograr una experiencia correcta, el que uno no haga nada, sino que deje la mente derivando a su antojo, sin ningún objetivo determinado.

Todo esto deberá sonarle extraño a quienes se acercan a estos temas por primera vez. Por eso las presentes lineas están centrada en la práctica y no en la teoría, ya que todos los tópicos que abarca esta, deben ser experimentados primero e intelectualizados después.

La meditación es, entonces, un proceso donde el meditador se limita a permanecer quieto y contemplar impasible el flujo natural de sus pensamientos. Sin involucrarse con ellos de ninguna forma.

De tanto en tanto, alguno de los pensamientos atrapa toda su atención y lo distrae. En cuanto el meditador toma conciencia de ello, sutilmente vuelve a su actitud de observación y reinicia la experiencia.

Esta es muy sencilla: se trata de sentarse en posición confortable con los ojos cerrados y comenzar a observar el fluir natural de los pensamientos que aparecen en su mente. Surgirán encadenados en una secuencia aparentemente interminable. Este es el mecanismo natural de funcionamiento de la mente: producir pensamientos uno tras otro, todo el tiempo. Incluso al dormir, nuestra mente continúa generando pensamientos variados, muchas veces sin lógica aparente.

Los hindúes califican a la mente como parlanchina, pues no para de hablar, nunca cesa en su parloteo permanente consigo misma. La mayoría que es ignorante de estos temas, ni siquiera se da cuenta del asunto. Casi todos vivimos en nuestras cabezas todo el tiempo, atrapados en el diálogo constante de una mente sin entrenamiento. Nos asociamos absolutamente a esos pensamientos, considerando que son la totalidad de nuestro propio ser. Nos identificamos con ellos y creemos a pies juntillas, que nuestros pensamientos somos nosotros. Que lo que pensamos es propio, único y exclusivo.

Nuestra civilización ha hecho del pensamiento y las ideas un altar sobre el que se ha ofrendado mucho progreso a la humanidad, pero sobre el que también se ha derramado mucha sangre, sembrado odios irreconciliables que han herido profundamente al género humano.

A través de la meditación descubrirás que la mente humana cuando se ha serenado y liberado de la esclavitud de los pensamientos, quedando expuesta a un inmenso silencio común a todos, de donde surge otra forma de inteligencia.

De nada vale escribir decenas de páginas tratando de explicar las características de la mente humana, cuando la manera más sencilla y eficaz de lograr el conocimiento de la misma, es a través de la práctica de la meditación.

Para comenzar haga los siguientes ejercicios preliminares.

Ejercicio Preliminar 1
Siéntese derecho en una silla cómoda pero no demasiado cómoda para evitar que se duerma.

Coloque ambas manos sobre sus muslos y trate de aflojar los músculos de los brazos.

Ahora vamos a percatarnos de los objetos a su alrededor. Observe atentamente todas las cosas que le rodean.

Evite mencionar mentalmente el nombre de cosas y personas frete a usted. Así cuando vea una planta , una mesa, una persona o cualquier otro objeto es muy probable que el nombre de la cosa o persona venga de inmediato a su mente. Para evitar esto no detenga más de 2 o 3 segundos su vista sobre ningún objeto, deberá estar paseando su mirada de un objeto a otro sin detenerse en ninguno más de 2 o 3 segundos en la medida en que progrese podrá detenerse por más tiempo en el objeto, sin que en su mente aflore el nombre del mismo.

Realícelo por un periodo de 2 minutos.

Ejercicio Preliminar 2

Ahora vamos hacer una segunda parte del ejercicio.

Cierre los ojos.

Vamos a escuchar los sonidos del ambiente. Tratemos de oir todos y cada uno de los mismos y en la medida de lo posible no verbalizar mentalmente el nombre de los mismo, es decir, lo que vamos a no hacer es reconocer mentalmente con su nombre todos los ruidos del ambiente, de manera que si escuchamos un portazo no diremos mentalmente. ¡Ah! Sonó la puerta. Por lo contrario antes cualquier sonido conocido o no actuaremos como testigos impasible.

Vamos hacerlo por un periodo de 5 minutos.

Para que pueda ir practicando poco a poco y no darle tanta información dejaré para un proximo articulo el ejercicio propiamente de la meditación pasiva. Mientras tanto practique todos los días estos ejercicios previos.

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